Piratas


Shinn miraba intensamente a la diminuta mancha negra contra el horizonte. Nunca pensó que la simple idea de ver tierra firme lo haría sentir tan intensamente por dentro. Sí, aventuras, historias y fortuna. Eso era todo lo que ocupaba su mente antes de partir. Ahora sólo quería tierra. El mar no había dejado de ser imponente, el mundo tan emocionante ni el barco tan "aventureramente acogedor", pero había descubierto que un poco de tierra bajo los pies se le hacía mil veces más amplio que todo ese azul. Apoyado contra la baranda del barco, se pasaba los días mirando el horizonte hasta que le dolían los ojos. Ansiaba tanto ver cualquier cosa distinta que hasta el atardecer acariciando el mar le provocaba ahora algo de desilusión. Cada vez que creía ver algo distinto, su corazón daba un salto y frente a la desilusión, permanecía silencioso el resto del día. Miró con algo de odio a esa diminuta mancha negra en el horizonte que incluso le parecía que se volvía cada vez más grande. Imaginaba en ella playas, montañas, árboles e incluso rocas. Ya en ese punto hubiera agradecido hasta un... barco.

- ¡Capitán! - gritó de repente.

- ¡Prepárense todos! - respondió una potente voz detrás de él.

- ¿Qué está pasando? - preguntó Rau colocándose a su lado.

Shinn miró una vez más al tranquilo azul a su alrededor, por si acaso fuera esa la última vez, antes de responder:

- Piratas...

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