Alín - Capítulo V



V.

Alín no recordaba haberse dormido, pero se levantó sintiendo que a pesar de estar en donde estaba, había dormido bien. Recogió sus cosas lentamente pensando en lo que esperaría el resto del día. "Una lección por un favor" había dicho el hombre de la cabaña. Alín no estaba seguro de qué parte se encargaría él, de la lección o del favor. ¿Le pediría el hombre que hiciera alguna cosa extravagante por él? Tal vez solo se tratara de una lección sobre cómo curar a su padre. Su padre... Estiró los brazos sobre la cabeza y disfrutó del sol matutino unos segundos antes de colgarse la mochila al hombro y tomar el camino que llevaba de vuelta a la cabaña y al extraño hombre que vivía en ella. Alín esperaba que se acordara de él. Se detuvo en seco en medio del camino. Eso sería peor que cualquier favor que le pidiera. Estaría completamente por su cuenta... completamente solo. Alín sonrió para sí mismo y siguió caminando.

El hombre estaba sentado en la escalera de la cabaña. Cuando lo vio, sonrió de oreja a oreja y lo saludó exageradamente con el brazo. Cuando se acercó, el hombre le arrebató la mochila y entro a la cabaña. Después de unos segundos, asomó la cabeza por la puerta sonriendo.

-¿Vienes?- Dijo antes de desaparecer.

La cabaña tenía una sola estancia. Había una chimenea en la pared, una mesa baja y otra pequeña con unos cuantos pergaminos en ella. Se sorprendió al ver lo vacía que estaba por dentro. Habían estantes con algunos objetos que Alín no reconoció, pero en general, no había mucho. El hombre señaló la mesa baja y Alín se sentó en el suelo en uno de sus extremos. El hombre se sentó frente a él sin dejar de sonreír, levantó ambas manos, las dejó boca arriba en el aire frente a él y lo miró expectante. Alín lo miró de vuelta sintiendo que enrojecía al no saber qué hacer o decir. El hombre le cogió las manos y cerró los ojos. Alín lo miró perplejo, pero descubrió que comenzaba a perder la esperanza de que esa visita tuviera sentido y que al admitirlo le era más fácil dejarse llevar. Había decidido ser consciente de su experiencia y con el hombre sentado frente a él sosteniendo sus manos, Alín sabía que en ese momento podía pararse y seguir su camino o quedarse y vivir esa experiencia.

- Tu lección.- Alín lo miró por lo que le pareció una eternidad, pero el hombre no dijo más. Se sentía terriblemente incómodo con sus manos atrapadas en las del sonriente desconocido en medio de una cabaña en medio de la nada. Estaba a punto de retirar sus manos cuando el hombre habló.- Cierra los ojos y piensa en la noche que acabas de pasar en el bosque.

Alín suspiró y pensó en el claro, en la luna a través de las hojas, en que no recordaba cuándo se había quedado dormido. Siguió divagando sobre la situación en la que estaba. Sintió que las manos del hombre se calentaban y se acordó sin saber por qué del hombre que había llorado al mirar el amanecer. El mundo en el que vivía el hombre de la cabaña era sin duda diferente al que veía él, pero sonrío al pensar que ambos estaban en esa absurda situación. El hombre suspiró frente a él.

- Estar solo no es tan malo, ¿verdad? - dijo el hombre. Alín abrió los ojos y lo miró con desconfianza. Se miró las manos; las sentía calientes. ¿Qué esperaba que respondiera? Cerró los ojos de nuevo. Recordó lo que había pensado en el claro. Decidió que era diferente. No se trataba de estar solo, sino de estar consigo mismo, de que el mundo pudiera ser tan suyo y su mente un lugar tan cómo e... .-

-Mmm, es más bien intimidad.- Alín sonrió. Sí, era más bien intimidad o complicidad tal vez... Alín abrió los ojos y encontró al hombre mirándolo. ¿Qué estaba tratando de hacer el hombre?

- ¿Qué estás haciendo? ¿Estás... escuchando mis pensamientos? - preguntó Alín sin rodeos.

El hombre soltó una carcajada.

- Eso sería impresionante, ¿o no? Demasiado agresivo, tal vez...casi grosero.- El hombre se paró y colocó una cazuela en la rústica chimenea.- No, no puedo escuchar lo que piensas, pero puedo detectar... sensaciones y conceptos. Como cuando miras la cara de alguien y puedes hacerte una idea de lo que siente y en algunos casos, puedes hacerte una idea de lo que piensa. Es lo mismo, pero un poco más interesante.

El hombre se sentó de nuevo en la mesa y sonrió.

- Estar consigo mismo... es un concepto interesante y uno muy valioso. Eres lo que eres, sientes lo que sientes, piensas lo que piensas.- El hombre asintió varias veces.- Una lección valiosa.

Alín bajó la mirada incómodo y observó sus manos en silencio. Así que él era el que estaba a cargo de la lección... no lo había imaginado. ¿Qué hubiera pasado si el hombre no hubiera encontrado nada valioso? Este se levantó y sirvió dos tazas de lo que sea que hubiera preparado en la cazuela.

- Muchos han venido y han dormido en el claro como tú. Todos traen algo diferente. Pocos saben qué quieren encontrar al venir a verme... pero cuando están perdidos y solos, tienen que enfrentarse a sí mismos y todos tienen... su propia epifanía.

El hombre colocó una taza frente a él.

- Una lección por un favor. Piénsalo bien. ¿Qué quieres pedirme?







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