John



Habían despedido a su jefe. John, con un café en la mano y un montón de papeles en la otra, había escuchado la noticia divertido al recordar que había soñado que sucedería exactamente eso. Los de más arriba se habían dado cuenta de que su jefe (ex-jefe) había manipulado las cifras por un largo tiempo. El gerente no había disimulado nada y les había dicho a todos que lo más probable es que hubiera estado robándose el dinero de la compañía desde hace años. John volvió a sonreír. En su sueño, su jefe manipulaba las cifras para esconder que toda la compañía se estaba viniendo abajo.

- ¿Cuántos van ya? - Tom se sentó a su lado sonriendo mientras ambos veían al personal de limpieza vaciando la oficina al final del pasillo.

- Cuatro... cuatro seguidos -. Respondió. Recordó los tres sueños anteriores y sintió ese agujero en el estómago que ahora le era familiar. No era de los que soñaba todas las noches, pero sus últimos tres sueños se habían hecho realidad. El accidente en la fábrica, el ascenso de Tom, la chica nueva de contabilidad... y el despido de su jefe. Cuando el equipo de limpieza terminó, todos los empleados salieron del trance y comenzaron a moverse hacia sus puestos. John se volteó hacia Tom y lo encontró leyendo la sección de la bolsa con el ceño fruncido.- Invierte todo lo que tienes en esa. - dijo señalando la que se encontraba en el último puesto.

- ¿Ves esos números negativos? Tú déjame estas cosas a mi. De los dos, yo soy...

- "Yo soy el inteligente".- Completó John.- Sí, eso decías en mi sueño después de haber ganado una fortuna invirtiendo en esa acción-. Tom lo miró con la boca abierta.

- ¿Lo soñaste? Espera, ¿a qué te refieres con una fortuna? ¿Cuánto invertía?

John se echó a reír.

- Son sólo sueños y una que otra coincidencia. Si son verdad, tu adicción por la bolsa será el menor de mis problemas. Si todo lo que sueño es verdad, esta compañía no existirá para el final de la semana.- Dejó a Tom en el pasillo y se dirigió al ascensor.

- ¡John! ¿Escuchaste la última noticia? - Era uno de los que trabajaba en contabilidad. La cara le sonaba, pero el nombre se le escapaba. - Vamos a ser adquiridos.

John se volteó hacia él con los ojos abiertos. El hombre había entrado al ascensor y John se quedó ensimismado mirando cómo se cerraba la puerta con su café frío en la mano. Presionó el botón de nuevo y soltó un suspiro de alivio. Probablemente despedirían a los empleados de bajo nivel y reorganizarían toda la compañía, pero estaba lejos de ser la bancarrota que había soñado. Sus sueños no eran más que sueños.

Se levantó al día siguiente después de una noche sin sueños. De camino al trabajo, recibió una llamada de Tom.

- Soy rico-. Su voz sonaba extraña por el teléfono.

- Y yo estoy conduciendo al trabajo en un Ferrari -. Le respondió burlón.

- No, soy rico.- John sintió un hueco en el estómago.- Invertí todo lo que tenía en esa acción del sueño.- John se puso tenso y cambió el celular de mano.

- ¿Se volvió realidad? ¿Subió?

-No.- Respondió Tom. - Pero la compañía acaba de declararse en bancarrota.



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