Cuando el semáforo peatonal se puso en verde, cruzó la calle. En la mitad de la calle miró hacia la derecha, los edificios se abrían y podía ver claramente el cielo. El atardecer estaba acabando y todas las luces parecían blancas. Cuando el semáforo peatonal se puso en rojo y los autos a lo lejos arrancaron, se detuvo en medio de la calle a mirar todas esas luces blancas moverse hacia ella. Sólo un instante.
- ¿Pensando en suicidarte?- dijo una voz burlona. Se volvió hacia el chico que le había hablado. Lo conocía, probablemente tenían algunas clases juntos.
- No hoy -. Repondió ella antes de dar la vuelta y seguir caminando.
- Estamos decidiendo a dónde ir a comenzar la noche.- dijo el chico tomándola tímidamente del brazo y señalando a un grupo de tres o cuatro amigos.- ¿Qué estás buscando tú?-.
- Felicidad- respondió ella sin dudar. El chico se rió sin soltar su brazo y señaló a un bar al otro lado de la calle.
- No tomo a menudo, pero a veces el alcohol ayuda. ¿Vienes?
- No tomo- dijo ella, sonriendo como para compensar la situación. El chico siguió hablando.
- Pues es un mito eso de los que son sanos- dijo él sonriendo.- Te he visto con tus libros y sin hablar con nadie. Todo el mundo tiene sus drogas. Diferentes a las mías, tal vez, pero todo el mundo es culpable de algo y eso de los que los sanos se divierten más que nosotros es un mito.
- Como la felicidad- dijo ella antes de irse y caminar sin mirar atrás.
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