Escrito


Palabras:
Carácter      Velocidad      Mazmorra      Cadáver      Invierno      Llamada      Sollozo      Mercenario      Lobo      Viento      Gris      Firmeza      Héroe      Espada      Castigo      Tentación

Todo era cuestión de carácter. Fuera para bien o para mal, era ese carácter que no dejaba espacio para dudas lo que lo había llevado hacia adelante. Sí, lo que lo había llevado tan lejos, aunque hubiera sido a rastras. Era el mismo carácter práctico que había expulsado de él todo el romanticismo y que había envenenado su corazón de artista.... Ahora que se encontraba a solas dentro de sí mismo, su mente pasaba con velocidad por todas aquellas mazmorras que almacenaban sus recuerdos. De vez en cuando alcanzaba a ver cadáveres en las esquinas, fantasmas de los sueños que negándose a morir, se congelaban en un eterno invierno a la espera de la llamada de la desesperación que lo embargaría para que ellos pudieran cumplir su papel. El caminante había escuchado los sollozos de todos aquellos sueños. Mejor convertirse en ladrón de historias que en mercenario del tiempo. ¿Cuándo había dejado de pensar así? Recordaba que implícitamente se había visto a sí mismo como un lobo que aullaba sólo para oír como el viento guardaba y se llevaba sus lamentos. Y pensar que ahora todo parecía tan gris. ¿Por qué tantas ganas de aferrarse a un carácter que lo mantenía vivo pero que mataba a su autenticidad con cada paso? ¿Para qué tanta firmeza si la esperanza se escondía en cada duda? Más que el héroe que desenfunda su espada valientemente aunque en vano, prefería ser el romántico que disfrutaba del castigo tanto como de caer en la tentación.

Palabras:
Vino      razón      presa      historia      odio      filosofía      sagrado      violín      habilidad      muerte      fuego      adoración      sacrificio      vampiro      propósito      huesos      bastidores

Así como el vino adormece la razón y al igual que la confundida mente de la presa que sobrevive pero olvida su propia historia, así envenena el odio a mi intento de filosofía. Él hablaba de lo sagrado con su corazón vestido de fanatismo. Yo hablaba de aquel violín y de su habilidad para contar historias. Recuerdo que aun en ese entonces, el tiempo pasaba sin tocarme mientras hablaba sobre lo absoluto de la muerte, sobre lo pretenciosa que era la existencia de un "yo", sobre lo implasmable que era la danza del fuego. Él se empapaba de tiempo para venir a hablarme de adoración y sacrificio. ¿Qué sabría él del verdadero sacrificio? ¿Sabría él que aun como vampiresa carecía del propósito que aun hoy anhelo? ¿Sabía él que la tristeza y la esperanza se acumulan en los huesos, estos que no abandonaré jamás? ¿Sabría él del martirio de tener que pararse en el escenario y fingir que pretendías? ¿Que sabría él sobre la vida y sobre el verdadero dolor? Él que tan conforme estaba con su insípida vida tras bastidores...

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